Los muertos han regresado del otro mundo para encontrarse con los vivos, por unos días, en Naolinco. Se les puede ver haciendo malabarismos, con el médico, preparando antojitos, en una pelea de gallos, descansando después de un largo día, en la tradicional Cantada frente a un altar, homenajeando los muertos y hasta bailado en un tubo en una casa de citas.
Pueden aparecer en cualquier esquina, porque durante estas festividades del Día de Muertos, los parques, calles, casas, escuelas y negocios se adornan con catrinas representando diferentes escenas de la vida diaria o de la antigüedad.
Pero ésta, a diferencia de los altares de origen prehispánico, es una tradición relativamente reciente en esta ciudad. Hace unos 18 años el relojero Héctor Alejandro Murrieta Ortiz comenzó, junto con un grupo de amigos, a representar estampas con estas creaciones plásticas y todavía sigue haciéndolo.
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