Esta danza es de origen poscortesiano, data de la época de la conquista, tal vez por el año de 1550; cuando realizaba el negro sus actividades cotidianas, salió a buscar leña en el monte más cercano, para su desgracia fue mordido por una víbora; presurosa la madre acudió con los demás negros a levantar a su hijo y de inmediato procedió a realizar las supersticiosas costumbres de sus antepasados, tomó la víbora y con ella realizó una ceremonia consistente en bailes y gritos alrededor del enfermo, llevando siempre la víbora aprisionada, esperando que con ello se realizara el milagroso alivio.
Todo aquello fue presenciado por los totonacas como espectadores y con el especial espíritu imitativo, su gran capacidad para captar y su innata psicología, comenzaron a practicar lo que habían presenciado, primero fue un tanto imperfecto, más tarde lo fueron mejorando haciéndole creaciones de acuerdo con su especial temperamento, hasta que lo plasmaron en lo que hoy conocemos como Danza de los Negritos.
Es una de las más bellas en el país, bordan con sus pasos las más hermosas filigranas en zapateado, con movimientos armoniosos adecuados a cada uno de los sones que ejecutan como verdaderos, maestros y con una agilidad asombrosa. La música tiene ritmo de baile español y los instrumentos que se usan son la guitarra y el violín.
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