Hace muchos años, un grupo de viejos sabios encomendó a unos jóvenes castos localizar y cortar el árbol más alto, recio y recto del monte, para utilizarlo en un ritual... Dentro del inmenso misticismo que envuelve a las tradiciones de México, las danzas son quizás una de las demostraciones que más admiración causan, debido a gran parte al misterio, la belleza, la indumentaria y el colorido que las enmarca. Desgraciadamente, conforme pasa el tiempo, las costumbres tienen a desaparecer paulatinamente, y aunque existen grupos étnicos que se niegan a sucumbir ante la “modernidad”, los principios fundamentales de sus ritos ancestrales han sufrido modificaciones que ponen en peligro su práctica futura. En tal caso se encuentra la Danza de los Voladores, ovacionada por muchos pero comprendida por pocos, y en ocasiones considerada como un simple juego o muestra de valor, debido al desconocimiento de su origen y significado. Para conocer un poco más acerca de los intrépidos Hombres-Pájaro es necesario visitar la ciudad de Papantla en el estado de Veracruz –cuna de los voladores-, donde un exquisito olor a vainilla brinda la bienvenida a los visitantes. Al recorrer las calles, la plaza, la iglesia, pareciera que los voladores fueran personajes comunes, ya que se les puede apreciar plasmados en un impresionante mural de piedra, en los preciosos azulejos de una banca o en pequeñas artesanías. Sin embargo, el gran monumento (18 m) erigido en la cima del cerro del Campanario demuestra la gran importancia que tienen los voladores para los habitantes de esta región, quienes con gran orgullo y respecto comentan las leyendas, tradiciones y supersticiones en torno a esta ceremonia.
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